Podemos definir la Inteligencia Artificial (en adelante, IA) como aquella disciplina encargada de crear determinados algoritmos para incorporarlos a sistemas dotados de capacidad suficiente para simular la conducta y la mente humana. Una primera aproximación a la IA la encontramos de la mano de Alan Mathison Turing (1912-1954) tras la publicación del Test de Turing, encargado de realizar preguntas de manera simultánea a un ordenador y a un sujeto y, mientras esto sucedía, un evaluador tendría que determinar qué respuesta pertenecía a cada uno de ellos, de manera que en caso de identificar erróneamente el origen de la respuesta en lo que respecta a los sujetos, quedaría demostrada la aptitud del ordenador para emular el comportamiento humano.
No obstante, el término fue finalmente acuñado por John McCarthy (1927-2011) durante la conferencia de Dartmouth, lo que supondría el crecimiento de la IA hasta la actualidad, pudiendo destacarse la publicación de la primera aplicación que permitiría el reconocimiento de voz de la mano de Google en 1997 o la creación, en 2017, del ginoide Sophia, desarrollado por Hanson Robotics y que se convierte por primera vez en el primer robot en adquirir nacionalidad, lo que supone un considerable acercamiento a la raza humana y su influencia en el ordenamiento jurídico al precisar su regulación, actualmente contenida en la Propuesta de Reglamento del Parlamento Europeo y del Consejo por el que se establecen normas armonizadas en materia de Inteligencia Artificial y se modifican determinados actos legislativos de la Unión1.
Antes de continuar, es importante indicar que la IA se encuentra compuesta por tres componentes básicos:
1.Datos dinámicos: los sistemas deben almacenar una amplia diversidad de información para actuar ante supuestos diferentes.
2.Funcionamiento rápido: la IA se caracteriza por su rapidez y eficacia, por lo que deberá estar compuesto por sistemas y conexiones sólidas que faciliten la rápida transmisión de información.
3.Principios de adaptación de decisiones: los sistemas inteligentes tomarán decisiones en base a sus algoritmos de aprendizaje.
Una vez contextualizado y determinadas las características básicas de la IA, cabe contestar a la siguiente pregunta: ¿cuáles son las aplicaciones de la Inteligencia Artificial en el sector jurídico?
Pues bien, las características de la IA permiten su aplicación en sectores tales como las Administraciones Públicas -cuyas aplicaciones tecnológicas han sido descritas en artículos precedentes-, y en la Administración de Justicia, caracterizada por la aplicación de sistemas emergentes dotados de Inteligencia Artificial que colaboran y contribuyen a agilizar determinados procedimientos.
En primer lugar, podemos indicar el sistema COMPAS, de origen inglés y cuyo acrónimo hace referencia a Correctional Offender Management Profiling for Alternative Sanction, traducido como Perfil Correccional de Administración de Delincuentes para Sanciones Alternativas. Este sistema, no es más que un software automatizado cuya razón estriba en asistir como soporte de decisiones mediante algoritmos a través de una previa evaluación de riesgos. El procedimiento consiste en entregar un formulario a aquellas personas que sean arrestadas donde tienen que responder a un total de 137 preguntas3, en las que se pretende conocer desde los antecedentes de la persona hasta su situación actual, modo de vida, pensamiento, comportamiento, etc. De esta manera, a través de las respuestas aportadas por el sujeto, el programa puede determinar el grado de peligrosidad, la viabilidad de reincidencia y proceder posteriormente a su calificación.
En segundo lugar, nos encontramos con RLL, centro de litigios en línea, que tiene como objetivo simplificar la resolución de conflictos entre comprador y empresario, fomentando la compra segura otorgando respaldo a la figura del consumidor. Este sistema se encuentra limitado a procedimientos extrajudiciales. Al igual que los sistemas inteligentes expuestos, se caracteriza por la agilidad y simplificación del procedimiento, iniciado mediante la presentación y posterior admisión de la reclamación. En caso de ser admitida, se computará un plazo de noventa días donde se podrá optar por alcanzar un acuerdo entre ambas partes, en cuyo caso el sujeto que interpone la reclamación puede conversar de manera directa con la empresa a través de un sistema de comunicaciones establecido al efecto. En caso de declinar el periodo de consulta alguna de las partes, se permite acudir con carácter directo ante los órganos de resolución de conflictos,9 caracterizados por la intervención de una tercera persona ajena al proceso y a los intereses de ambas partes a fin de alcanzar un acuerdo ventajoso.
En esta misma línea, nos encontramos también programas tales como Omni:us, enfocado especialmente en las compañías de seguro.
En tercer lugar, en materia de resolución de conflictos o litigios nos encontramos con Jur: Justicia Descentralizada, una plataforma dedicada a garantizar un método de resolución de conflictos derivados de contratos o situaciones jurídicas que ha permitido, gracias a su gestión telemática, una reducción de hasta un 80% de los plazos y un 20% de los costes de un procedimiento ordinario. En la misma idea nos encontramos con Kleros: El Protocolo de la Justicia, un programa de de resolución de conflictos en línea mediante el empleo de la tecnología blockchain y cuyo funcionamiento es especialmente relevante. En este, las partes deben aceptar en el contrato que, en caso de disputa, se someterán al sistema Kleros. Este sistema se encuentra limitado en tres áreas: comercio electrónico, transportes y seguros. En caso de disputa, su funcionamiento es simple: cláusula de aceptación, revisión del contrato (enviado a la red de forma encriptada), selección del jurado, análisis, votación y redistribución de beneficios o tokens.
Adentrándonos en sistemas de ámbito nacional, nos encontramos con Luminance, considerado uno de los sistemas más desarrollados respecto a la incidencia de la IA en el sector jurídico debido sus características: instantaneidad, eficiencia, versatilidad y carácter renovador. En esta línea, las capacidades del sistema permiten su adaptación ante cualquier sujeto o empresa, de manera que su orientación no se encuentra delimitada, pudiendo ser empleada por otros profesionales o empresas independientemente. Además de ello, debemos indicar que el sistema se encuentra disponible en la nube, lo que permite a los profesionales hacer uso del mismo desde cualquier dispositivo electrónico y sin limitaciones horarias.
Finalmente, otro de los ejemplos más recientes de la incidencia de la IA es la creación de ChatGPT, desarrollado por la empresa OpenIA y que se está aplicando en la creación de borradores de comunicaciones o contratos de carácter legal, permitiendo así una considerable reducción de tiempos.